domingo, 1 de diciembre de 2013

El Sida, 25 años después. Artículo de opinión de José Antonio Godoy Rodríguez Secretario General de los Socialistas de San Bartolomé de Tirajana.

EL SIDA, 25 AÑOS DESPUÉS.

Veinticinco años después de la detección del VIH-SIDA y cuando los avances científicos y médicos sobre el control y evolución -tanto del virus como de quienes padecen sus consecuencias- son evidentes, continúa el debate social no exento de juicios y prejuicios ligados íntimamente- aunque cada vez menos- a la población LGTB, a pesar de que el número de personas que padecen las consecuencias del VIH sea mayoritariamente heterosexual.

Pero no es esa la cuestión que me ocupa y preocupa - aunque también- en el Día Mundial del Sida, hoy primer domingo de diciembre de 2013, no amigas y amigos lectores, me ocupan y preocupan los datos que ofrece el informe ONUSIDA- nada partidista ni sospechoso de sensacionalismos ni catastrofismos- cuando dice que actualmente hay en el mundo 35'3 millones de personas infectadas por el VIH y que durante el año 2012 murieron como consecuencia de ello 1'6 millones de personas.

Me ocupan y preocupan las noticias aparecidas durante este año, que ya enfila su ocaso, anunciando como las administraciones públicas de algunos países, estigmatizan a la población LGTB legislando para prohibir que la ciudadanía viva de acuerdo con su orientación afectivo - sexual como en el caso de Rusia, un país donde la discriminación y la violencia contra la población LGTB es consentida y donde la única preocupación de sus autoridades es la repercusión negativa que pudiera tener la nueva ley homófoba frente al éxito de los próximos juegos olímpicos, pues ya conocieron el fracaso de la olimpiada de 1980 debido al boicot internacional por la invasión de Afganistán.
Me preocupa que en Rusia una empresa de reconocido prestigio como es IKEA, se  haya visto obligada a retirar un artículo publicitario sobre lesbianas de la edición rusa de su revista,  o que en el estado homófobo de Uganda, la población LGTB, acosada y perseguida se vea obligada a refugiarse en pisos que las ONG's de apoyo a sus derechos tienen en Kampala, la capital de aquel país. Pero no sólo son estos dos países donde la población LGTB tiene dificultades para desarrollar su proyecto de vida, me sigue preocupando que la homosexualidad esté penalizada aún en setenta y seis países y en siete de ellos además, con la pena de muerte, frente a catorce países que admiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. Hasta tal punto debe ser preocupante la ola homófoba en algunos lugares del planeta, que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado que los homosexuales extracomunitarios tienen derecho al estatuto de refugiado en la Unión Europea si son perseguidos en su país de origen con penas de cárcel por su orientación sexual.

Frente a esta situación de acoso y derribo a la población LGTB, aparecen declaraciones como las de la Out Now Global- organización de reconocido prestigio en estudios de mercado sobre el turismo LGBT a nivel mundial-, anunciando en la reciente World Travel Market celebrada en Londres que el turismo LGTB alcanzará un gasto superior a los doscientos mil millones de dólares por primera vez en el año 2014, anuncio que si bien abre las posibilidades para ir creando espacios de libertad y de tolerancia a través de la actividad turística, que acaben beneficiando a la población LGTB residente, evidencia como los sectores más conservadores modifican sus criterios cuando de economía se trata, por lo que hay que recordar que es el mismo segmento de población maltratado y vilipendiado cuando de reivindicar sus derechos también se trata.


El SIDA, como cualquier otra enfermedad crónica, no conlleva juicios de valor que no sean para definir líneas de inversión en investigación para erradicar los efectos contagiosos del VIH, para desarrollar campañas preventivas e informativas y para la atención a quienes padecen la enfermedad y que en muchísimos casos son motivo de rechazo, de despido laboral y marginación,  hasta acabar en la indigencia. Por eso  me preocupa la inseguridad que puedan tener las personas afectadas por el SIDA en cuanto a su atención y tratamiento, acorde con su situación económica a pesar de vivir en ¿países civilizados?. Me ocupa y preocupa que esos países civilizados no asuman sus cuotas de cooperación institucional con los países del tercer mundo, aunque solo fuera por la deuda histórica contraída como compensación de la explotación a la que han sido sometidos, estuviera motivada por sus recursos naturales o por su situación estratégica, a sabiendas de que la primera alianza que ¿el primer mundo? debiera suscribir con el tercero, debería ser la de salvar a la población de las pandemias que la asolan como son el SIDA, el hambre y el analfabetismo.

Mientras tanto en España la pasividad del gobierno del Partido Popular continúa sin abordar las políticas relacionadas con el VIH y el SIDA, a pesar de que el nivel de vigilia social en relación con el SIDA es responsabilidad del estado y debe estar siempre activado, puesto que la desinformación de la ciudadanía es el mejor aliado de cualquier enfermedad infecto-contagiosa; de ahí que sigamos sin entender cómo se ha desmantelado la Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida y su integración en una subdirección general, con la consiguiente eliminación de recursos y recortes drásticos de personal, cómo no se ha evaluado adecuadamente el Plan Multisectorial frente a la infección por VIH y el SIDA 2008-2012 y cómo aún no se ha aprobado el Plan Multisectorial 2013-2017, a lo que habría que añadir que desde el mes de junio de 2012 no hayan datos epidemiológicos actualizados de la incidencia real del VIH en nuestro país, lo que impide la planificación de estrategias preventivas a corto y largo plazo.

Conmemorar el Día Mundial del SIDA es una oportunidad para continuar apostando por la igualdad desde la diversidad, porque así es nuestra sociedad, plural, diversa y compleja y así fue como la entendió y luchó nuestro amigo, siempre recordado y querido Darío Jaén, en la creencia de que una sociedad avanza cuanto más justa, equitativa y respetuosa es, argumento  éste más que suficiente para que los sectores sociales, políticos y económicos hagan un esfuerzo más allá de su nivel competencial, ya que si bien es evidente que las pandemias no entienden de ideología, no lo es menos que la toma de decisiones, su evolución y las consecuencias que derivan de ellas, sí que la tienen y no es cuestión de evadirlas, antes bien será cuestión de asumirlas.

José Antonio Godoy Rodríguez
Profesor y Consejero del PSOE
 Cabildo de Gran Canaria