EL SIDA, 25 AÑOS DESPUÉS.
Veinticinco
años después de la detección del VIH-SIDA y cuando los avances científicos y
médicos sobre el control y evolución -tanto
del virus como de quienes padecen sus consecuencias- son evidentes, continúa el
debate social no exento de juicios y prejuicios ligados íntimamente- aunque
cada vez menos- a la población LGTB, a pesar de que el número de personas que
padecen las consecuencias del VIH sea mayoritariamente heterosexual.
Pero
no es esa la cuestión que me ocupa y preocupa - aunque también- en el Día
Mundial del Sida, hoy primer domingo de diciembre de 2013, no amigas y amigos
lectores, me ocupan y preocupan los datos que ofrece
el informe ONUSIDA- nada partidista ni sospechoso de sensacionalismos ni
catastrofismos- cuando dice que actualmente hay en el mundo 35'3 millones de
personas infectadas por el VIH y que durante el año 2012 murieron como
consecuencia de ello 1'6 millones de personas.
Me ocupan y preocupan las noticias
aparecidas durante este año, que ya enfila su ocaso, anunciando como las
administraciones públicas de algunos países, estigmatizan a la población LGTB
legislando para prohibir que la ciudadanía viva de acuerdo con su orientación
afectivo - sexual como en el caso de Rusia, un país donde la discriminación y la violencia contra la
población LGTB es consentida y donde la única preocupación de sus autoridades
es la repercusión negativa que pudiera tener la nueva ley homófoba frente al
éxito de los próximos juegos olímpicos, pues ya conocieron el fracaso de la
olimpiada de 1980 debido al boicot internacional por la invasión de Afganistán.
Me preocupa que en Rusia una empresa de reconocido prestigio como es IKEA,
se haya visto
obligada a retirar un artículo publicitario sobre
lesbianas de la edición rusa de su revista,
o que
en el estado
homófobo de Uganda, la población LGTB, acosada y perseguida se vea obligada a refugiarse en pisos
que las ONG's de apoyo a sus derechos tienen en Kampala, la capital de aquel
país. Pero no sólo son estos dos países donde la población LGTB tiene
dificultades para desarrollar su proyecto de vida, me sigue preocupando que la
homosexualidad esté penalizada aún en setenta y seis países y en siete de ellos
además, con la pena de muerte, frente a catorce países que admiten el matrimonio
entre personas del mismo sexo. Hasta tal punto debe ser preocupante la ola
homófoba en algunos lugares del planeta, que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado que los homosexuales extracomunitarios tienen derecho al
estatuto de refugiado en la Unión Europea si son perseguidos en su país de
origen con penas de cárcel por su orientación sexual.
Frente a esta
situación de acoso y derribo a la población LGTB, aparecen declaraciones como
las de la Out Now Global- organización de reconocido prestigio en estudios de mercado sobre el
turismo LGBT a nivel mundial-, anunciando en la reciente World Travel Market
celebrada en Londres que el turismo LGTB alcanzará un gasto superior a los
doscientos mil millones de dólares por primera vez en el año 2014, anuncio que
si bien abre las posibilidades para ir creando espacios de libertad y de
tolerancia a través de la actividad turística, que acaben beneficiando a la población
LGTB residente, evidencia como los sectores más conservadores modifican sus
criterios cuando de economía se trata, por lo que hay que recordar que es el
mismo segmento de población maltratado y vilipendiado cuando de reivindicar sus
derechos también se trata.
El
SIDA, como cualquier otra enfermedad crónica, no conlleva juicios de valor que
no sean para definir líneas de inversión en investigación para erradicar los
efectos contagiosos del VIH, para desarrollar campañas preventivas e
informativas y para la atención a quienes padecen la enfermedad y que en
muchísimos casos son motivo de rechazo, de despido laboral y marginación,
hasta acabar en la indigencia. Por eso me preocupa la inseguridad que puedan tener
las personas afectadas por el SIDA en cuanto a su atención y tratamiento,
acorde con su situación económica a pesar de vivir en ¿países civilizados?. Me
ocupa y preocupa que esos países civilizados no asuman sus cuotas de
cooperación institucional con los países del tercer mundo, aunque solo fuera
por la deuda histórica contraída como compensación de la explotación a la que
han sido sometidos, estuviera motivada por sus recursos naturales o por su
situación estratégica, a sabiendas de que la primera alianza que ¿el primer
mundo? debiera suscribir con el tercero, debería ser la de salvar a la
población de las pandemias
que la asolan como son el SIDA, el
hambre y el analfabetismo.
Mientras
tanto en España la pasividad del gobierno del Partido Popular continúa sin
abordar las políticas relacionadas con el VIH y el SIDA, a pesar de que el
nivel de vigilia social en relación con el SIDA es responsabilidad del estado y
debe estar siempre activado, puesto que la desinformación de la ciudadanía es
el mejor aliado de cualquier enfermedad infecto-contagiosa; de ahí que sigamos
sin entender cómo se ha desmantelado la Secretaría del Plan Nacional sobre el
Sida y su integración en una subdirección general, con la consiguiente
eliminación de recursos y recortes drásticos de personal, cómo no se ha
evaluado adecuadamente el Plan Multisectorial frente a la infección por VIH y
el SIDA 2008-2012 y cómo aún no se ha aprobado el Plan Multisectorial 2013-2017,
a lo que habría que añadir que desde el mes de junio de 2012 no hayan datos
epidemiológicos actualizados de la incidencia real del VIH en nuestro país, lo
que impide la planificación de estrategias preventivas a corto y largo plazo.
Conmemorar
el Día Mundial del SIDA es una oportunidad para continuar apostando por la
igualdad desde la diversidad, porque así es nuestra sociedad, plural, diversa y
compleja y así fue como la entendió y
luchó nuestro amigo, siempre recordado y querido Darío Jaén, en la creencia de
que una sociedad avanza cuanto más justa, equitativa y respetuosa es,
argumento éste más
que suficiente para que los sectores sociales, políticos y económicos hagan un
esfuerzo más allá de su nivel competencial, ya que si bien es evidente que las
pandemias no entienden de ideología, no lo es menos que la toma de decisiones,
su evolución y las consecuencias que derivan de ellas, sí que la tienen y no es
cuestión de evadirlas, antes bien será cuestión de asumirlas.
José
Antonio Godoy Rodríguez
Profesor
y Consejero del PSOE
Cabildo de Gran Canaria